Así somos las frutas, siempre buscando un pequeño resquicio entre las hojas que nos permita ver algo de claridad, somos conscientes de que el sol nos madura y nos hace mucho más dulces para con los demás, pero sobre todo para con nosotros mismos.
Pero no, cada vez que hay tormenta nos sumimos en la oscuridad, y después, cada vez que vemos una nube, por pequeña que sea, tendemos a pensar que es preludio de una enorme tempestad, así que nos escondemos, buscamos refugio en nosotros mismos, e incluso a veces, cerramos los ojos, y nos perdemos amaneceres, nubes, claros y días despejados sólo por miedo a la lluvia.
Yo empiezo a estar harto de tanto taparme, que se acerca el verano, y los melones cogemos nuestro punto más dulce, así que estoy decidido, voy a sacar mi cabezón de entre las hojas, a ver si escampa…
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