De frutas, sapos y princesas...

Divagamos y divagamos, escapamos de la batidora y nos vamos directas al colador… En el fondo el problema es que las frutas raras somos nosotras, el resto se conforma con acabar siendo un zumo barato, y nosotrxs estamos empeñadxs en encontrar una fruta con la que conseguir una combinación mágica, y no nos damos cuenta de que lxs que le dan el toque especial a esa combinación somos nosotrxs mismxs.

Toda la vida he oído a un montón de princesas quejarse de que no paran de besar sapos y en ninguno encuentran un príncipe, cuando en realidad sólo besan a quienes aparentan ser príncipes, apartándonos de sus lado a los verdaderos sapos, en los que seguro acabarían encontrando lo que buscan.
Yo, como sapo, y príncipe de los melones, paso de loterías y prefiero seguir jugando a este juego, que a veces es más amargo, pero siempre más divertido, y en el fondo es un juego de lo más simple, ya que somos los sapos y ranas al final los que decidimos quien queremos que se convierta en nuestra princesa o príncipe.