Ni los Sábados se descansa ya, que cruel es la vida del fresón, es algo diario, monótono y sin nada de color.
Los despertadores ya no te quieren despertar, se han declarado en huelga y no quieren que te levantes. Eso estaría bien sino tuvieses que madrugar.
La ducha no te da ya agua caliente, parece que secunda a los despertadores en su huelga y quieren que acabes con catarro.
Los autobuses no llegan a la hora.
La gente esta roja como las fresas pero es de ira.
Hay un millón de hormiguitas por la calle fundiendo sus tarjetas de crédito, todos a empujones, todos con prisa y nadie mira atrás.
Los trenes estas llenos de esas hormiguitas, todas arrejuntadas, todas sintiendo un calor humano que no desearías sentir.
Te das cuenta que odias la ciudad, que tu no eres una fruta para estar entre tanto cemento y es entonces, cuando al fin regresas a casa, cuando te das cuenta que tu eres un fresón de campo y que te gusta que siempre continuara así.
Los despertadores ya no te quieren despertar, se han declarado en huelga y no quieren que te levantes. Eso estaría bien sino tuvieses que madrugar.
La ducha no te da ya agua caliente, parece que secunda a los despertadores en su huelga y quieren que acabes con catarro.
Los autobuses no llegan a la hora.
La gente esta roja como las fresas pero es de ira.
Hay un millón de hormiguitas por la calle fundiendo sus tarjetas de crédito, todos a empujones, todos con prisa y nadie mira atrás.
Los trenes estas llenos de esas hormiguitas, todas arrejuntadas, todas sintiendo un calor humano que no desearías sentir.
Te das cuenta que odias la ciudad, que tu no eres una fruta para estar entre tanto cemento y es entonces, cuando al fin regresas a casa, cuando te das cuenta que tu eres un fresón de campo y que te gusta que siempre continuara así.
0 comentarios:
Publicar un comentario